Limones, Jocotes y Marañones


Me encanta la fruta de temporada, me fascina comer los jocotes de corona o los de «azucarón», me fascinan las anonas, las paternas, los pepetos, me trauman las mandarinas y las granadas. Me gustan también los productos que hacen de la fruta, es de otro mundo probar la jalea de melocotón o la de uva, es delicioso el helado de arrayán o fresa, me enloquece el batido de zapote. ¿Qué tienen en común todas estas frutas que he mencionado? No creo que sea el sabor, la forma o la textura, el denominador común es que todas estas frutas provienen de un árbol que fue plantado en la tierra y consta de raíces.

Ya sé lo que estás pensando de manera sarcástica: «ohhh Josué qué gran descubrimiento has hecho, gracias por tan valiosa ilustración». Sé que no estás leyendo esto para una clase de botánica ni mucho menos. Lo que te quiero decir es que todos estos árboles producen como resultado de su interior un rico fruto, con un sabor, color, textura y forma único. Cada uno de estos árboles ofrece rica fruta y un sabroso alimento a todos aquellos que los degustamos. El escenario se complica un poco cuando esos árboles no dan fruto.

Me recuerdo que en mi casa hace muchos años mi madre sembró unos árboles de naranja, estos crecieron debido al cuidado que se les daba. Todos en la familia empezamos a ver las naranjas que iban brotando, cada día esas naranjas se miraban hermosas, grandes y se percibían jugosas y sabrosas. Llegó el día en que mis padres dijeron «ya es hora de probar esas grandes y gigantes naranjas». Les digo gigantes ya que no cabían en la mano de tan grandes que eran. Tenían una gruesa cáscara como recubriendo cual tesoro sabroso y dulce. Recuerdo que cuando la partimos nos encontramos con una gran sorpresa, la naranja parecía no tener color por dentro, parecía seca por dentro. Cortamos más naranjas y de igual manera. Mi papá dijo «esperemos a la otra temporada que de fruto, puede ser que la segunda sea la buena». El árbol volvió a dar esas naranjas enormes y pasó exactamente lo mismo. No pasaron muchos años para que fueran cortados de raíz y reemplazados por un árbol de limón, jocote y uno de marañón respectivamente. Hoy tenemos limones para la limonada y ensalada, comemos jocotes ricos y marañones congelados deliciosos.

Dios nos compara como a árboles, y habla claramente que cortará de raíz todo aquel que no lleva buen fruto. Quiero hacerte una pregunta ¿Qué fruto llevas? ¿Tiene tu fruto un buen sabor? Recuerda que una cosa es lo que aparentamos y otra muy diferente lo que somos realmente. Podemos tener una imagen muy buena ante las demás personas, pero realmente cuando nos conocen, cuando nos tratan se dan cuenta que es pura pantalla, es pura fachada. En nuestro corazón todavía existe el odio, el rencor y el resentimiento. Hay personas que no dejan de criticar a los demás, hay personas que pueden perdonar, que viven con ese resentimiento, hay personas que no pueden decir un te amo, un te quiero, hay personas que todo el tiempo pasan preocupadas, angustiadas y deprimidas. ¿Qué clase de fruto es ese? Te invito a que llevemos frutos dignos de arrepentimiento. Seamos gozosos, seamos amables con el prójimo, demos un abrazo a nuestro hermano, perdonemos al amigo, al papá a la mamá. Digámosle un caluroso te amo y te quiero a esa persona que se marchita por el poco cariño que le has dado. Tú puedes llevar buen fruto, tú puedes dar limones, jocotes y marañones sabrosos.

Lucas 3. 9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego.

por Josué Manuel Guzmán

Puedes contactarme a pastorjosueguzman@gmail.com

3 comentarios en “Limones, Jocotes y Marañones

  1. Estoy totalmente de acuerdo!…mejor llevemos el fruto del Espiritu Santo en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre y dominio propio!…Muchas gracias pastor por compartir su reflexión!

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  2. Muy bonita reflexión… es importante que búsquemos ser agradables como esos frutos…para con todas las personas.. 😉

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